Las barricas y el vino: la dupla perfecta

¿Cómo afecta las selección de una barrica en nuestro vino?

Las barricas de vino son unas de las tradiciones más antigua del sector vitivinícola. Y es que hay que remontarse a hace más de dos mil años para datar su nacimiento. Anterior a esta fecha, lo más común era guardar este tan codiciado elixir en ánforas.

¿Cuál es su origen?

El pistoletazo de salida a este nuevo invento se le atribuye al pueblo celta, aunque fueron los romanos los que lo popularizaron. Su poca permeabilidad, sus dimensiones, manejo y resistencia fueron las grandes características de este medio que lo hicieron popularizarse tan rápido.

El roble, el principal aliado del vino

Al principio estaban fabricadas con madera de pino, abeto o castaño, pero con el tiempo fue el roble el que se instauró como producto principal para su elaboración. Esta decisión viene dada, principalmente, por la abundancia de robledales en Europa. Además, poco a poco empezaron a darse cuenta de que esta madera aportaba unas características olfativas y gustativas beneficiosas para el vino.

En la actualidad, las barricas tienen un tamaño estándar de 220 litros, pero antiguamente llegaron a poder almacenar hasta 500 litros por barrica.

La implantación del comercio marítimo en el siglo XVI fomentó que, además de para el transporte, estos grandes recipientes sirvieran para la crianza. Y es que en las travesías de larga duración se dieron cuenta de que su almacenaje participaba en sacarle el máximo potencial al vino.

La barrica y el vino

La elección del material sobre el que se va a almacenar esta bebida es una decisión de vital importancia puesto que es el encargado de oxigenar el vino y transferir unos matices específicos con cada material.

Si empleamos una cuba hecha con roble francés conseguiremos una oxigenación más lenta y con unos sabores suaves y delicados. Esta barrica es la elegida para, por ejemplo, nuestro Gran Bierzo 12 meses

Sin embargo, si nuestra elección es una de roble americano lograremos todo lo contrario. Unos aromas mucho más fuertes envolverán a nuestro vino.

Una barrica bastante diferente es la de roble español. Con él nuestro vino conseguirá un gran potencial enológico con unos toques avainillados y ahumados. Esta cuba se utiliza principalmente con los vinos tintos.

También se pueden combinar distintas barricas, como en nuestro Gran Bierzo Mencía, que se almacena 3 meses en Barrica Roble Francés y Americano.

En cualquier caso, esta decisión la tomará el enólgo, que será el encargado de decidir que tipo de vino querremos elaborar.

Las barricas y el vino: la dupla perfecta

Las barricas y el vino: la dupla perfecta