Estamos en este momento en que la vid despierta de su letargo invernal, la cepa sale de su letargo y en Gran Bierzo un año mas comienza el ciclo del vino del Bierzo. Y la vid llora.
En el mes de febrero clave en el cuidado de la viña y con la llegada del buen tiempo comienzan los trabajos de la poda. Trabajo fundamental para el cuidado de la viña, con el fin de dejar un número óptimo de yemas en función de la capacidad de la cepa. Es la poda de invierno. El secreto de la poda está en conseguir que la vid mantenga una carga óptima, es decir un número de racimos limitado para que no se resienta la calidad de la vendimia.
También la sabia comienza a moverse desde las raíces hacia arriba y es cuando la vid “llora”. Unas gotitas que parecen lágrimas brotan por los cortes de la poda es lo que se llama lloro de la vid. Esa savia gotea hasta que la herida se cicatriza.
Cuando finaliza este periodo de “lloros” de las cepas y sube la temperatura del día, la vid crece y comienzan a brotar las yemas de dónde nacerán los nuevos sarmientos, hojas y uvas. Todo comienza a despertar en el Bierzo.